El pasado domingo, después del paseo habitual nos dimos un garbeo por el Casco Viejo de Bilbao y ya por la tarde nos encontramos con Mikel que estaba con Nera. Nos hizo una ilusión especial porque Karmele sólo la había visto el día que la trajeron y yo no la había vuelto a ver desde el día que se la entregué a Mikel y Arkaitz. Lo cierto es que se la ve con una vitalidad tremenda, un brillo que da envidia y super feliz. En el tiempo que estuvimos con ellos no paró de correr y jugar. En definitiva, está estupenda. Me alegro que tanto Mikel como Arkaitz estén felices con Nera y sobre todo me alegro por la perra que ha encontrado con ellos la estabilidad que da un hogar.
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